jueves, 3 de mayo de 2007

Cordoba

En esta ocasión quería dejar una pequeña reseña acerca de un lugar que me sorprendió y agradó enormemente. Érase una ciudad llamada Córdoba.

Caminas por las blanquecinas calles de la judería. Multitud de flores inundan las tapias de las casas señoriales que se acostan a los lados. No hay lugar para los coches, simplemente no caben por las sinuosas callejuelas que se retuercen sobre sí mismas intentando esconderse de un sol abrasador (o al menos eso dicen, porque a nosotros nos llovió a gusto). Sólamente el ocasional repiquetear de los cascos de las calesas irrumpen en la tranquilidad del amanecer del domingo junto a la mezquita. Hasta las gitanas con su romero y los chinos con el "compro,compro, barato, barato" se han quedado en casa.

Y digo mezquita y no catedral. Esta joya única en el mundo. He visitado numerosas mezquitas, pero ninguna como esta. Ya no por su bosque de columnas, su estado de conservación o inmensidad. Sino porque quién sabe porqué ironía del destino los conquistadores cristianos respetaron lo que ya estaba allí; cultura y tradición. Construyeron una catedral dentro de una de las mayores mezquitas del mundo. Destruyendo lo mínimo posible. Asombroso. El obispo de turno estaría enfermo.

Cierto es, y es muy gracioso comprobarlo como la actual archidiócesis ofrece a despistado visitante información panfletaria acerca de la catedral. Lo leo dos veces y casi me pienso que la mezquita la construyeron ellos. Que si Dios y la Virgen permitieron esta maravilla, cómo destruyeron esos salvajes árabes una iglesia original visigoda... Sí, esos mismos bárbaros que iluminaron Hispania o Al-andalus con toda su ciencia y cultura.

Callejear. Descubrir a Maimónides o a Séneca apostados en recovecos o a pie de la muralla. Incluso perderte hasta en una calleja de mala muerte encontrarte a una negra despampanate acompañada por la rumana de turno.

Esbozos de culturas encontradas, judía, árabe y cristiana; la convivencia es posible; de vez en cuando deberíamos mirar atrás y aprender de nuestro pasado


VBV Viajero

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