sábado, 7 de abril de 2007

Genarín, "Santo Pagano"

El Orujo de Ser Leonés

Paradoja leonesa: de una tragedia nació una fiesta. Caminan en círculos: los unos contra los otros. Cantan en armonía: en compás de tres por cuatro, con uno que siempre hace de eco. Portan sus cuitas al hombro: un barril que no está lleno y un títere agarrado a un farola para no caerse. Buscan lo que no se encuentra: consuelo, entre tanta Semana Santa que pena por las calles y tanto tapado que no quiere que le descubran. En plena reivindicación del perdón, los cofrades del Santo Padre Jenaro Blanco y Blanco siguen durante todo el día con el pecado en el paladar. Genarín entra en las plegarias por el cielo de la boca, con su cruz de madera crecida después de una larga noche empapada en orujo. «Salud ..., y cada uno que añada lo que quiera», gritan todavía por las calles.

Es viernes de la cruz y ayer fue jueves de la sagrada cena, con postre de orujo; que invitaba el pellejero que casi nunca pagó una ronda. Al calor del alcohol -que la primavera leonesa nunca entra hasta que se marcha- más de 10.000 penitentes llenaron las esquinas del casco histórico de la ciudad para honrar la memoria del único mártir al que se honra a diario, en el altar de miles de iglesias -con barra de tomar y, algunas, incluso de servir-, sin necesidad de purgar el cuerpo, sino de engrandecer el espíritu.

Hay resaca. León estuvo de fiesta y sale de procesión. Duerme la vela que se alimentó anoche, en el 78 aniversario de la muerte de Genarín, en la efeméride del Jueves Santo -que en el año 1929 cayó en 30 de marzo- en el que el primer camión de la basura se llevó por delante uno de los emblemas de la ciudad.

En su honor corrieron por los adoquines lágrimas destiladas, unas más blancas y otras más oscuras, sin necesidad de más túnica que un sayo que fue capa, ni más capirote que el del primer tonto que se fue para su casa sin darse cuenta de que la procesión iba por fuera. Justo hasta llegar hasta el tercer cubo de la muralla -contado desde el Arco de la Cárcel hasta San Lorenzo-, donde los cofrades de la hermandad que formaron los cuatro primeros evangelistas: Francisco Pérez Herrero. Nicolás Pérez Porreto , Luis Rico y Eulogio El Gafas , subieron a lo alto de la fortificación romana la corona que durante todo el año recordará que en León siempre dan flores los mismos frutos y que el carácter leonés cumple con el dicho: de que de lo que se bebe se cría.

(Procesión del 'Entierro de Genarín', acto pagano que tributa a la figura de Genaro Blanco, un pellejero de profesión, amante de los prostíbulos y del orujo quien falleció atropellado en León por un camión de la basura en la madrugada del Jueves Santo de 1929.)

«Y siguiendo tus costumbres / que nunca fueron un lujo / bebamos en tu memoria / una copina de orujo». Así fue.

A.Caballero

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