domingo, 29 de abril de 2007

Y de repente ya no estás

Imágenes, multitud de imágenes acuden a mi mente. Imágenes de tus risas, tu chabacanería con la música, las visitas a por las pelis de Ingrid...de la última vez que te ví, sonriente en tu silla con una camiseta ajustada negra levantado la mano a modo de saludo. La vista fija en el ordenador. Seguro que estabas chateando con Angel.
Ahora esas imágenes se entremezclan con otras, más recientes. La de girar la esquina de la residencia y encontrarme así, de frente, la confirmación. Coches de policía, ambulancia, el Samur...simplemente no podía ser. La llamada de Iñaki no podía ser real. Aunque fuera demasiado macabro para ser una broma. Los rostros de la gente, las miradas fijas en el suelo vagando de aquí para allá... Veo a Quique; es cierto entonces. Hablamos despacio, sin creérnoslo; aparece Ingrid. No, no es ella. Esa chica con la mirada perdida y el rostro desencajado no puede ser ella. Nos marchamos del hall, estorbamos.
Engañamos al estómago en mi habitación. Al rato suena al teléfono. Sandra, sube. Dios. Joder. Poco a poco van subiendo todas. Sus amigas. Mis amigas. ¿Qué se puede decir?,¿Qué hacer? Por un lado quieres saber qué ha pasado, cómo ha sido. Por otro no quiero ahondar en su dolor. Las abrazo, intento transmitirlas todo el cariño que soy capaz. No quieren comer. Preparo algo. Comen.
Nos distraemos, jugamos a las cartas. Hacemos tiempo, distraemos la mente, esperamos noticias. LLaman de comisaría. El suplicio no se acaba, hay que volver a declarar. Interminable espera, malas maneras. Es su obligación, sí, pero hay formas y formas. Cenamos, nos acostamos, no podemos dormir.

Imágenes, ahora esas imágenes se entremezclan con otras más recientes. La imágen de un ataúd marrón cubierto de flores dentro de una iglesia carmelita. Curiosamente las vidrieras también son flores. Una avenida de cipreses; cuesta interminable; lenta agonía para los que te acompañan. No puede ser tan simple, no puede ser. Se me hace eterno ver como los obreros tapan el nicho. Ni siquiera puedo imaginarme lo que puede estar sintiendo su abuelo. No quiero. La abuela solloza explicaciones. No las hay. Los padres impertérritos aguantan el dolor. No lo han asumido. El padre niega con la cabeza.
Ironías del destino. El planeado viaje a Toledo no ha sido como esperábamos. Recogemos la habitación de Ingrid. Sobrecoge estar allí, en el cuarto. Las fotos, los cuadros, nos observan como violando su intimidad, su dolor. Fugazmente retiramos todo. No queremos estar allí. Nos mantenemos juntos, no queremos estar solos. Demasiados fantasmas. Pero no, no tenemos derecho a estar tristes, no tenemos derecho a llorar. No después de ver a sus padres. No después de saber como era ella, sonriente entre sus rabietas.
Una puerta cerrada. Un cordón policial que impide el paso. Unas vidas que han cambiado para siempre. Permanecerá en la memoria de todos.

Podrás olvidar a los que junto a tí rieron, pero nunca a
los que lloraron contigo

2 comentarios:

Josu dijo...

Yo....

Earth to bella dijo...

Por fin me atreví a leerlo.
y sí, ha sido tan doloroso como imaginaba. pero tan sincero... es la belleza de lo feo.
y tú supiste recogerlo con estas palabras, pero sobre todo con acciones.
gracias